14/8/22

Balcones

Y es que, si algo puede afirmarse de la población porteña, es lo siguiente: Somos o constituimos el pueblo más balconeador del planeta. Sin grupo. No nos afligimos por nada. No nos impresiona nada. [...] Automóviles con chapas de todos los parajes de la República hacían cola, uno tras otro, moviéndose despacio por la rúa. Lo único que faltaban eran serpentinas. En serio. Serpentinas y caretas. Y el orgullo con que la gente miraba a sus prójimos parecía decir: «Bueno: ahora nosotros también tenemos nuestra revolución»

Roberto Arlt, «Balconeando la Revolución» en El Mundo, 8 de setiembre de 1930.



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